Fragmentos T8-09

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Gritas y humos, garnachas e inmundicia, radios a todo volumen, hervores de pueblo artesanal y campesino en los aceites de la ciudad que empezaba a crecer. 

Ricardo Garibay

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Ficha bibliográfica: Didí Gutiérrez, La alegría del padre, México, Alfaguara (Narrativa Hispánica), 2023, 220 pp. 

De niños asumimos como verdad cada cosa, que el tiempo se encargará de desmentir a guamazos. Mi siguiente desilusión ocurrió en una fiesta, cuya invitación incluía unas extrañas siglas, de las cuales supe su significado hasta después del evento con sus respectivas consecuencias, era una inexperta (p. 106). 

La primera novela de Didí Gutiérrez se divide en once capítulos. Cada uno de ellos es protagonizado por Abigail Ángeles y su padre. Ella es una niña lista, tierna, inocente, mimada, torpe y ocasionalmente fastidiosa que va creciendo entre el abandono materno, el cuidado extremo de su padre, los cortes de cabello, las clases de natación, las compras en un supermercado, los libros y los traumas escolares. Él es un médico que hace todo lo posible por estar al lado de hija. La niña crece y se independiza (con el apoyo paterno). Sin embargo, debe regresar a la casa de su progenitor, pues una vez que este se jubila de sus actividades profesionales se enferma, lo cual es muy común entre los jubilados y jubiladas del sector salud, es como una especie de maldición. La trama de La alegría del padre es en algunos párrafos interesantes (los referentes a la lucha contra la enfermedad y la transformación del médico en paciente) y en otros no tanto (los recuerdos infantiles de la protagonista son tan ingenuos que resultan aburridos). La novela es ideal para todas aquellas personas que estén atravesando por una situación similar (en sus páginas podrán encontrar luces sobre el proceso de una enfermedad y los rezagos de los servicios médicos). La obra no es ideal para todos aquellos lectores y lectoras que quieren encontrar una historia fuerte con un final deslumbrante (para ellos y ellas lo mejor opción serán las páginas de Canción de tumba de Julián Herbert).

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Diario del 47 

2 de junio de 2024 

Camino y camino y camino. Creo que ya no sé hacer otra cosa. Observo a las personas que pasan a mi lado. Observo las calles, las avenidas y los árboles. Lo único que hace distinto a este domingo son las casillas que se instalaron en distintos inmuebles y la presencia de los aburridos y asoleados oficiales que las resguardan. Por un momento pensé que el espíritu democrático poseería a las y los ciudadanos, pero no es así. Son muchas las personas mayores que acuden a votar, son varias las mujeres que van a ejercer su sufragio, son poquísimos los y las jóvenes que se acercan a las urnas. Los medios de comunicación (prensa, internet, televisión, radio) cacarearon por mucho tiempo la importancia de las elecciones “más importantes y numerosas de la historia” (es evidente su desconocimiento de la demografía y su desdén por las elecciones previas). No se respira un aire festivo, aunque sí uno muy contaminado. Platico con algunas personas. Casi todas saben que va a ganar Morena. Casi todas se muestran felices por los programas sociales. Casi todas se preocupan por el desempleo, la inflación, la inseguridad y el desabasto de agua, pero saben que con el dinero que les da el gobierno no se morirán de hambre. Son pocos los hombres que muestran un entusiasmo real por el ascenso de una mujer a la silla presidencial. Casi todas las mujeres se muestran orgullosas del inicio del tiempo de las mujeres. Casi un 70% (es decir: 7 de cada 10) no se siente identificada con la virtual ganadora ni con su competidora (forma piadosa de llamarle al lejano segundo lugar). Todas compadecen al candidato que se animó a estar en la boleta. Sigo caminando. Llego a mi barrio. Llego a mi casilla. Busco a las personas que compran votos y no las encuentro (necesito dinero para comprarme calzones). No reconozco a mis vecinos. Acudo al llamado de la democracia y patrióticamente anulo todas mis boletas. Salgo a la calle. Busco al espíritu democrático y lo veo huir despavorido. Corro tras él. Al dar la vuelta en una esquina lo veo tirado. Los representantes de los partidos políticos, los integrantes del crimen organizado y la élite económica lo golpean e insultan. La prudencia me hace retroceder en silencio y el hambre me conduce a un puesto de tamales.

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Junio 11

Camino por las calles de Polanco. Tengo tiempo de sobra y decido ir al Palacio de Hierro a oler los perfumes que no puedo comprar. Voy de un stand a otro y me embriago con los deliciosos aromas que las amables promotoras me presentan. De verdad me apena no poder comprarles nada (pinche pobreza).   

Regreso a la calle protegido por una nube de perfume. La noche cae lentamente y acompaña mi andar. 

Llego a Plaza Carso y me dirijo a las instalaciones de Cinépolis. 

Aliz llega unos minutos más tarde y va por los boletos que de forma amable le obsequiaron en el Centro Cultural Coreano en México (CCCM).    

Tengo un aroma increíble y mucha hambre. Le digo a Aliz si será prudente comprar algo para comer dentro de la sala, pues el resto de los asistentes sólo han adquirido botellas con agua o elegantes cafés. Le pregunta a una de las personas del CCCM y le responde que sí. 

La función se ha retrasado un poco y nosotros hacemos lo propio con nuestra compra de comida. Cuando vamos por nuestro combo nachos (la idea es ir comiendo los nachos y las palomitas para no ingresar a la sala con la charola) comienza el ingreso. 

En la sala hay varias personas notables cuyos nombres he olvidado y en el lugar de honor se encuentra el Embajador de la República de Corea, el excelentísimo Huh Tae Wa, y su señora esposa. 

La mayoría de los asientos están reservados y nos tenemos que sentar en la incómoda primera fila. Antes de que comience la función, Woo Pyo Jun, Director del CCCM, da unas palabras de bienvenida, unos datos del filme (que ha sido muy exitoso en Corea del Sur) y agradece la colaboración de Cine Caníbal. Mientras el caballero habla una chica toma varias fotos del público. Yo salgo con mi combo. (Por un momento quiero desaparecer del mundo. Nunca voy a brillar en sociedad) El representante de la distribuidora habla brevemente. Hay aplausos y se apagan las luces y comienza a correr la película: 

Jang Jae-hyun (director), Exhuma (en hangul, 파묘; en hanja, 破墓). La tumba del diablo, Corea del Sur, Showbox Entertainment/Pinetown Production/Cine Caníbal, 2024, 134 minutos. Al ingresar a la función nos obsequiaron una bonita postal de la que extraigo/cito/modifico/complemento unos pasajes de la sinopsis del film: Lee Hwa-rim (Kim Go-eun) y Bong-gil (Lee Do-hyun) son una importante pareja de chamanes que viajan a los EE. UU. para investigar las causas de una inquietante enfermedad que afecta a los primogénitos de una acaudalada familia. De regreso en su país natal se ponen en contacto con el experto desenterrador Young-geun (Yoo Hae-jin) y con el geomante Kim Sang-deok (Choi Min Sik). Entre todos hacen un plan que le pondrá fin a la enfermedad: localizar la tumba familiar, realizar una exhumación y reubicar los restos de los ancestros. La estrategia se va complicando desde que llegan al lugar y poco a poco comienzan a suceder cosas siniestras. El filme tiene una trama interesante, aunque hay algunas situaciones que se quedan en el aire. En resumen: Exhuma no es la clásica película de terror sin sentido ni el argumento gore que baña la pantalla de sangre. Es, en cambio, una buena opción para ir al cine y pasar un rato entretenido. 

Pedro Sánchez

Texto 

Junio 14, 2024  

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