Fragmentos Diversos T7-08 

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La manera de mirar moderna es ver fragmentos.

Susan Sontag

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Diario de La Malinche

25 de mayo de 2023

Espero a Aliz en uno de los pasillos de la estación El Rosario de la Línea 6 del STC Metro. Pese a que tenía algún tiempo que no estaba en ese lugar me percato que las cosas siguen igual que antes. Lo único que se echa de menos es el puesto de tacos de canasta de Don Lucho. En una de las corrientes humanas llega Aliz y descendemos por las escaleras que nos conducen al tren que nos llevará a la estación Ferrería/Arena Ciudad de México. 

Salimos del transporte subterráneo y nos sorprende no ver una multitud de vendedores ambulantes y asistentes al Magic Man. I’m not a mystery. I’m just Magic. World Tour 2023. A medida que avanzamos aparece uno que otro vendedor de playeras, gorras y chamarras feas, mal diseñadas y baratas, y cientos de personas (en su mayoría mujeres de entre 18 y 30 años) que se dirigen al evento. 

Un coro de voces acompaña nuestro andar. Escucho que el cantante es guapísimo, que el show es atrevido, intenso y espectacular, que cientos de Jackies (parte de Jacky, fandom del artista) acamparon por varios días para estar frente a él. Las voces se alejan y se integran a la fila de acceso. 

Nos formamos y somos asediados por los vendedores ambulantes y los revendedores de boletos. Muy pocas personas adquieren mercancías y nadie hace caso a los acaparadores de tickets. Las Jackies (al igual que otras seguidoras de cantantes y grupos de K-pop) luchan contra esa práctica monopólica e ilegal. Los vendedores de mercancías insisten, y algunos ofertan los artículos que más adelante regalan. En este caso unas plantillas que permiten que los light sticks cambien de color (proyecto que lleva por nombre Magic in the air) y unos anillos de luz blanca (en el concierto de Blackpink varixs vivales querían hacer negocio con los banners).

Ingresamos al recinto y seguimos caminando por varios minutos hasta llegar a nuestros asientos. En esta ocasión nos toca estar en una de las últimas filas de la arena. Por unos instantes me siento como una paloma que desde su nido observa el paisaje juvenil, sonoro y luminoso. El tiempo transcurre lentamente y los gritos se hacen más intensos. Son las nueve de la noche con veinte minutos y el cantante y bailarín brilla por su ausencia. En la planta baja hay mucha gente, en especial frente al escenario. En las pantallas comienzan a proyectarse algunos videos y el delirio es total. Un grupo de chicas que se encuentra detrás de mí hace todo lo necesario para que sus pulmones y cuerdas vocales salgan expulsados de sus bocas. Los minutos, los videos y los gritos continúan por varios minutos. 

Cuando faltan menos de veinte minutos para las diez de la noche las luces del recinto se apagan y las de los light sticks se hacen más intensas. Jackson Wang sale de un elevador y los gritos de sus fans están a punto de romperme los tímpanos: TE AMO. JACKSON, MÍRAME SÓLO A MÍ. ERES LO MÁXIMO. PAPACITO. DILES QUE ERES MI NOVIO. MI AMOOOOOORRR…

Wang es uno de los artistas más cotizados y su espectáculo es contrastante. Por un lado, sus bailarines y bailarinas ejecutan pasos increíbles, sus músicos son cumplidores, sus videos y cortometrajes son de gran calidad, sus canciones (o lo que escuché entre los gritos y la pésima acústica) son formidables. Por el otro, hay muchos tiempos muertos y la continuidad entre los recursos visuales y las canciones es un tanto deficiente.  

En el concierto se mezclan elementos literarios, teatrales (la escenografía, en la que destaca el misterioso elevador) y cinematográficos (en especial de la película El Cuervo) con los referentes de la música pop (Michael Jackson, David Bowie, Prince, Tokio Hotel, My Chemical Romance, entre otros). En varias ocasiones el cantante (que saltó a la fama con el grupo GOT7) deja de cantar, habla con el público, se conmueve y agota el contenido de un par de botellas de cristal. Después sigue cantando y hace otra pausa para cambiar su vestuario. En la parte baja el público sigue comprimiéndose. Aliz me dice que viene lo intenso. Pero el momento intenso tarda en llegar. Las mujeres que se encuentran frente al escenario desafían la lógica y se transforman en una masa compacta. Las que no resisten la proeza son sacadas en brazos. Se les pide que den un paso atrás. No lo hacen. Una voz y unas letras en las pantallas insisten. No lo hace. Un coro de voces se los pide y logran que la masa dé un par de pasos para atrás (esto se repetirá varias veces, cada vez con menor éxito). Por fin llega el momento intenso: el cantante selecciona a una persona del público y le pide que suba al escenario. La afortunada sube con tantita pena y se deja querer por el idol. Las chavas que están a mi alrededor sufren. Cada una de ellas anhela estar frente a Jackson y no en el culo del inmueble. 

La parte intensa es bastante ligera, pues no llega al porno en vivo que se apreciaba por una cubeta de chelas en los bares del Centro Histórico a finales de los años noventa, ni a la decadencia del espectáculo Sólo para mujeres. El evento sigue. Hay otro momento intenso y llega a su fin. Descendemos. Ahora debemos correr al Metro. El público pide más canciones. Se comienza a corear el “Cielito Lindo” como si China o Corea del Sur nos hubiera eliminado del Mundial. Hay gritos. Nos asomamos a la puerta más cercana. Nada. Seguimos bajando. Más gritos. Corremos a la puerta y nada. Diez minutos más tarde estamos bajando por las escaleras que desembocan en la avenida de las Granjas. Hay un fuerte grito. Jackson regresa al escenario. Un papá habla por teléfono con su hija: No me importa que haya regresado a cantar: ya salte

Corremos esquivando a los taxis, los automóviles, las patrullas, los vendedores ambulantes. El tiempo pasa velozmente. En un espacio hay un microbús que promete llevar a la gente hasta Tasqueña. Su chofer grita: Ni le corran. Ya cerraron el Metro. Alguien le mienta la madre. Llegamos al Metro. Esperamos unos minutos y vemos como el último tren con dirección a Martín Carrera se acerca lentamente al andén.

Nota: Mi querida amiga Ely Fania me comenta que Jackson Wang es de nacionalidad china (en efecto: nació el lunes 28 de marzo de 1994 en Hong Kong) y que el encore: “estuvo de lujo, hubo encuerados, jajaja (a la mitad, jajaja), Jackson y sus bailarines”. Ni hablar, si me quedo a escuchar las canciones extras y a ver los torsos desnudos habría tenido que caminar hasta mi casa. 

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Tres recomendaciones literarias 

[1]

Svetlana Alexiévich, Voces de Chernóbil. Crónica del futuro, traducción de Ricardo San Vicente, México, Debolsillo (Ensayo/Crónica), 2022, 406 pp. La obra está dividida en tres partes. En sus páginas encontramos dos solitarias voces humanas, tres coros (soldados, pueblo, niños) y numerosos monólogos. Todos estos elementos integran una novela coral, una novela de voces, una crónica multitudinaria, un bello, cruel y triste testimonio de una de las mayores tragedias en la historia de la humanidad. La autora trata de entender lo que pasó, el sábado 26 de abril de 1986, en ese lugar tan estigmatizado, idealizado, fotografiado, visitado y satanizado, y cuáles han sido sus consecuencias en los tiempos que corren. Las voces nos hablan de los años previos a la construcción de la central nuclear, la vida cotidiana en los años de la promesa del progreso socialista, los días de la tragedia y lo que pasa desde entonces. Con cada palabra, como lo hacen los personajes de la novela La cruzada de los niños de Marcel Schwob, entendemos una parte de la historia. Para algunos (los milicianos, los liquidadores, los políticos) es un momento de gloria, patriotismo y ganancia. Para otros (los niños, las mujeres, los bomberos, el personal médico) es el fin de su familia, su vida, su pueblo. Para unos más (los académicos, los disidentes políticos) es el fin de la U. R. S. S., o un complot de los países capitalistas, o la decadencia de la sociedad. Los testimonios se complementan o contradicen. Hay quienes están a favor del átomo bueno y en contra del átomo malo, a favor del socialismo y en contra del capitalismo, a favor de la razón de Estado y en contra de los que se niegan a resolver sus errores, a favor de sepultar los errores y en contra de los que se preocupan por los insectos, los animales y los recursos naturales. Voces de Chernóbil tiene varias interpretaciones: política (los representantes del Estado siempre tienen la razón), ecológica (después del accidente nuclear el mundo es un lugar enfermo y peligroso), territorial (no importa lo que pasé en mi hogar, siempre seguiré ahí), cívica (apoyar a mis conciudadanos sin que importe mi vida), religiosa (el hombre juega a ser Dios y se convierte en un ángel malo). Para las personas que viven ahí no hay futuro. Parece que nadie se compadece de ellos (desde entonces son objeto de discriminación, burla y chistes), por esa razón le comparten sus recuerdos e ideas a la autora, que en todo momento permanece en la sombra y deja que sean ellos los que narren su historia y hagan de este libro una de las grandes joyas de la literarias de nuestros tiempos.      

Si deseas leer un fragmento de la obra da clic en el siguiente enlace: https://www.amazon.com/Voces-Chernóbil-Crónica-futuro-Spanish-ebook/dp/B00R5L2RQ2?asin=B00R5L2RQ2&revisionId=307b2338&format=1&depth=1

          

[2]

Pierre Herrera, Exyugoslavia, México, Paraíso Perdido (Divague), 2021, 104 pp., incluye fotografías y varias imágenes. ¿Cómo podría definir este libro? ¿Cuál es el género que predomina? ¿Cuál es la intensión del autor? No es sencillo responder a esas preguntar, pues en las páginas de esta obra hay cuento, ensayo, tristeza, crónica, fragmentos de un diario, mudanzas, nostalgia, pasajes de su infancia, violencia, amor, recuerdos familiares, oficios que van desapareciendo… La prosa de Pierre Herrera nos hace testigos de un concurso de belleza que se realiza en un sótano, el incendio que consume una biblioteca, el fin de un país y un credo ideológico, el crecimiento del crimen organizado, la sanación y el triunfo de un gallo de pelea, la diferencia entre dos astros de la Fórmula Uno. Es muy difícil definir los textos que conforman este libro y hablar de sus objetivos, pero es muy fácil disfrutarlos y leerlos una y otra vez. Con cada relectura vamos entendiendo las intenciones de cada pasaje y el autor se va convirtiendo en nuestro amigo. Sí, cuando uno termina de leer el texto siente que ha pasado un rato agradable en compañía de un ser querido que le comparte sus inquietudes, sus alegrías, sus tristezas y sus conocimientos.

[3]

Olivia Teroba, El fin del mundo y el inicio, Chile, Overol, 2022 (edición revisada), 148 pp. Cada uno de los ocho cuentos (con los que la autora obtuvo el Premio Narrativa Casa Wabi-Dharma Books 2021) que integran esta obra (publicada originalmente con el título Pequeñas manifestaciones de luz, México, Dharma Books + Publishing, 2021) es interesante, novedoso y está muy bien escrito. Como el libro es tan bonito –creo que debe tener una copia en su biblioteca para presumírsela a sus amistades– le daré una probadita de lo que trata cada uno de los textos… De verdad, el libro es precioso. Por esa razón no le diré como se llaman los textos y sólo le diré que algunos de sus temas son: la tristeza, el viaje, la figura paterna, la violencia, la búsqueda de un espacio propio (un tema recurrente en la obra de la autora), el miedo al espacio exterior, el regreso al lugar natal, las nuevas prácticas laborales, el caos urbano, las relaciones de pareja, las cafeterías como espacios de lectura, trabajo y aventura… Una vez que termine de leer esta breve reseña vaya a comprar su copia (o pídala por internet) y disfrútela. 

Pedro Sánchez 

Texto 

Fotos del concierto de Jackson Wang cortesía de Alizbeth Mercado 

Junio 3, 2023

A partir del minuto 19 hay una interesante reseña del concierto:

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