Diario del 47

17 de abril de 2024

Todo un pueblo puede morir de luz como morir de peste. 

Virgilio Piñera

Hay tres asuntos que no me dejan dormir: 1) el calor sofocante; 2) la crisis hídrica; 3) el constante fracaso de mis proyectos. No hay mucho que pueda hacer para resolverlos: en el caso del calor: mantenerme hidratado, evitar salir a la calle, dormir en calzones; en el caso del agua: bañarme a jicarazos, ponerme la misma ropa varias veces, usar el agua con la que enjuago la ropa para trapear y rellenar la cisterna del sanitario… Pensándolo bien es el tercer asunto el que me arrebata varias horas de sueño. Lo peor de todo es que no tengo la menor idea de cómo voy a resolverlo.

Por las tardes me siento débil y soñoliento, pero evito tomar una siesta, pues de hacerlo no podría dormir en toda la noche. Intento vencer el sueño vespertino con la lectura de varios libros. Uno de ellos es: Cormac McCarthy, Todos los hermosos caballos, traducción de Pilar Giralt Gorina, México, Debolsillo (Contemporánea), 2024, 336 pp. La trama de esta novela, que es el primer volumen de la Trilogía de la frontera, le resultará familiar a todo aquel lector o lectora que haya visitado las obras de McCarthy: John Grady Cole es un joven norteamericano que abandona su pueblo natal. Tras él queda el cadáver de su abuelo y la mala relación de sus padres. El joven se interna en paisajes calurosos, secos y peligrosos. Sigue avanzando y observa su entorno y conoce a algunas personas y pasa hambre. Después llega a México y se establece. Cuando cree que su vida puede cambiar (encuentra un empleo y conoce a una chica guapa y acaudalada) sucede algo que hace que todo se desmorone. Todos los hermosos caballos es un libro hermoso si es leído por una persona habituada a la hermosa, violenta y brillante prosa de su autor (p. 182: “Aquella noche soñó con caballos en el campo de una altiplanicie donde las lluvias de primavera habían hecho crecer la hierba y las flores silvestres y las flores azules y amarillas se extendían hasta donde alcanzaba la vista y en el sueño estaba entre los caballos que corrían y en el sueño él mismo podía correr con los caballos y hacer carreras con las yeguas jóvenes y las potrancas por la llanura donde su suntuoso color bayo y sus suntuosos matices castaños brillaban al sol y los jóvenes potros corrían con sus madres y aplastaban las flores en una neblina de polen que flotaba al sol como oro en polvo y él y los caballos corrían por las altas mesetas donde la tierra resonaba bajo sus cascos…”). En caso contrario lo encontrarán descriptivo, áspero y aburrido.

Otro libro: Ángel Ortuño, Perlesía, México, Bonobos/Fonca/Conaculta, 2012, 78 pp. Esta obra tiene la siguiente cualidad: el nombre cada uno de los poemas es tan extenso que (casi) puede considerarse un poema en sí. Leo con atención los versos. Hay varios que me resultan interesantes, pero los que forman parte de “Supongamos que usted no es corrupto” (pp. 30-31) son los que más atraen mi atención. El poema tiene una estructura de veintidós versos que son distribuidos de la siguiente forma: tres estrofas de cuatro versos, tres estrofas con igual número de versos y un verso suelto. 

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Leo de nuevo el poema y hago unas notas somnolientas y políticas: 

  1. “Dedicado al deterioro / con tal vez algún efecto / secundario”: ¿El autor se refiere a un político? Es posible, pues ya sea como candidato(a), o como servidor(a) público(a), o como simple palero(a), el político (que ni siquiera entre en las categorías de “por profesión” y “por vocación” que teorizara Max Weber) se va desgastando ante las personas que lo acompañan y creen en sus palabras, acciones y promesas;
  2. “cercano al melodrama por contaminación”: ¿Cuál contaminación? Una persona que se convierte en político se contamina del entorno de la corrupción. ¿La política real es un vertedero de residuos tóxicos? Pienso esto mientras el camión recolector de residuos sólidos (orgánicos e inorgánicos) se encuentra estacionado afuera del edificio en el que vivo; 
  3. “porque cualquier relieve / aunque el piso esté sucio es escenario / y ya todos se aburren”: Se aburren, pero se quedan. Se aburren, pero se aferran al hueso, aunque esté sucio; 
  4. “Es igual de barato que los cuerpos apilados a manera de escala / en las manchas de humedad con escenas más grandes / y complejas”: No importan los hechos, la justicia y la verdad. Lo que importa es llegar al poder y conservarlo. 
  5. “como cuando compara ciudades / o despliega fotos satelitales / y cartas del tarot mientras pasean en triunfo a los / ladrones.”: Cualquier semejanza con la vida real (o la doctrina de los abrazos en vez de balazos) es mera coincidencia.
  6. “¿Qué le sucede y qué / puedo hacer / para remediarlo?”: ¿Votar? ¿No votar? ¿Anular el voto? ¿Apelar al Estado de Derecho?
  7. “Todo se vende en Roma: la espalda / musculosa o la licencia / que permite operar a una farmacia / desde hace más dos mil años.”: Mientras la justicia no exista. Mientras se conserven las mismas estructuras de poder. Mientras el pueblo crea en lo que le dicen. Mientras el pueblo se niegue a ver la realidad. Mientras todo eso siga la farmacia (con distintos colores y lemas) seguirá operando por otros dos mil años. 

Otro libro: Paula Abramo, Fiat Lux, México, Fondo Editorial Tierra Adentro (Núm. 464), 2012, 76 pp. La poeta crea un libro que puede entenderse como una caja de cerillos (con diecinueve piezas) y un álbum de estampas de una familia brasileña del siglo XX (algunos versos están basados en las cartas que Fulvio Abramo escribió en las décadas de 1930 y 1940). Cada fósforo cumple una función (“Qué se haga la luz”, “Sea la luz”): iluminar (en letras cursivas) un pasaje familiar (“el cerillo / revela las distancias / entre las cosas / acusa oposiciones simetrías cuando todo / era negro / y luego / todo al negro vuelve”, p. 52). Mientras la luz perdura observamos la vida cotidiana, los problemas y la ideología familiar (“Esa oscuridad del nombre que infla / al ser que imaginas. / Piensa / qué clase de rarezas, qué bichos, / qué monstruos zancudhorrendos / serían las epizootias / que tanto combatía tu abuelo”, p. 55). Cuando el cerillo se apaga regresamos a las tinieblas familiares de la autora.

Pedro Sánchez

Texto, salvo en donde se indica

Abril 19, 2024 

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